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Papá está grande..!

“No es sencillo asumir cómo y cuándo dar un paso al costado en la Empresa Familiar”



Ramiro se acercó a mi oficina con esa dosis de melancolía combinada con preocupación y por qué no, ansiedad. No tardó en sintetizar el panorama que tenía delante:


- Papá está grande, ya no puedo seguir defendiendo sus teorías filosóficas frente a los empleados de la empresa, pero tampoco puedo pedirle a él, que dé un paso al costado. Después de todo, es SU empresa y yo no soy más que un colaborador de confianza.


Lo miré, sonreí, le ofrecí un café y nos sentamos a conversar.


El planteo de Ramiro era tan frecuente como Empresas Familiares había. Don Francisco, con sus casi 80 años había sido un emprendedor tozudo, brillante y tenaz y había hecho crecer su empresa a pasos agigantados. Entre tanto, crecieron los hijos y comenzaron a llegar los nietos. El país, el mundo, había cambiado sus formas, sus ecuaciones económicas, sus mandatos sociales y culturales, y la empresa debió ir fluyendo con ellos.


Don Francisco había creado un emporio, a su manera, con sus valores y sus propias reglas de juego pero se había olvidado un detalle: su propia finitud..! Era tal el orgullo de su emprendimiento que se había mimetizado con la posibilidad de perpetuarse él mismo a través de la Empresa.


Un error, distracción o negación de muchos emprendedores. Y como en todo análisis, quizá cambiando el eje de la visión de Don Francisco, la respuesta estaba al alcance de sus manos.

Nos llevó algún tiempo asesorar a Ramiro, a Don Francisco y a todos los empleados de la empresa para cambiar el eje de la mirada, pero lo logramos. Ramiro era la clave para la continuidad de la empresa y hasta sus propios hijos, ya estaban empezando a emparentarse con su desarrollo.


Por su parte, Don Francisco logró entender que la empresa necesitaba modernizarse, adquirir nueva tecnología y capacitación y que si bien él no podía seguir a cargo de su dirección, sí era una pieza fundamental, una bisagra perfecta entre la historia y el futuro. A partir del planteo de Ramiro, Don Francisco trabajó a conciencia sobre la planificación sucesoria de la empresa, sobre su propio retiro pautado en diferentes etapas y sobre el desarrollo de un protocolo destinado a plasmar los valores de la empresa familiar que con tanto orgullo había fundado.


Profesionalizar la empresa permitió a todos sus integrantes, reconsiderar roles, adquirir nuevos compromisos y enfrentar los desafíos con mejores herramientas.

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